Capítulo 1

Era un día soleado y parecía que iba a ser una mañana agradable. Iris Elaine decidió limpiar, lo que no era propio de ella, y no podía entender por qué estaba de humor para hacerlo. Tal vez fue porque el cielo estaba muy despejado, el aire estaba limpio y el mundo exterior estaba repleto de sonidos agradables. Se despertó por la mañana y de repente decidió que quería limpiar el lugar, abrió todas las ventanas y se quedó enganchada haciendo algunas tareas.

Las hadas del hogar se pararon sobre la mesa e inclinaron las cabezas confundidas, ya que Iris normalmente no hacía las tareas del hogar; Usualmente, la casa se mantiene ordenada por ocho de ellos. Las sabanas siempre estaban mullidas y olían a sol. La fragante esencia del té siempre despertaba a Iris de su sueño y el sol de la mañana que penetraba a través de las cortinas era siempre suave y gentil. No había nada que Iris necesitará tocar.

—Vuestra limpieza es perfecta, pero,

Iris miró hacia los viales y se volteó hacia las hadas de casa,

—Todavía tengo que limpiar los viales. Siempre les digo que también limpien los viales.

Ella sonrió y les dio las gracias de todos modos y las hadas del hogar le devolvieron la sonrisa orgullosamente mostrando sus diferentes caras.

—Siempre parece haber más y más. ¡La última vez que limpiaron los viales fue hace doscientos veintidós días! ¡Y antes de eso habían pasado más de cuatrocientos días!

Iris se quejó, en un tono levemente molesto.

Las balbuceantes hadas de la casa se estremecieron de hombros ante la fiereza en su mirada y luego se dispersaron, murmurando que de repente recordaron cosas que tenían que hacer.

Iris comenzó a revisar las etiquetas de los viales nuevamente. Era un desastre. “¿Qué hay siquiera escrito allí?” Intentó ver qué es lo que había escrito con su mala letra, sosteniendo la etiqueta a la luz del sol. Un hada del hogar aleteó y se sentó en su hombro. Era Leiden, el primer hada del hogar creado por Iris. Leiden fue creado por primera vez cuando Iris aprendió magia de creación de vida cuando estuvo en la Torre Mágica. También era la criatura con mayor poder mágico.

—¿Qué puedo hacer por ti, Leiden?

Le preguntó suavemente.

—¿Hay algo malo? Soltó.

—¿Por qué piensas eso?

Ella sabía que él sabía que cada vez que ella limpiaba la casa es porque habría un mal visitante.

—No es el caso de hoy.

Iris bajó la botella de medicina que estaba mirando y no dijo nada por un tiempo. Luego continuó en una voz aún más baja.

—Es un día tan lindo y me recuerda al día en que conocí a mi maestro.

***

Iris Elaine cumplía veintiocho años ese año, pero su vida había sido dura. Había nacido de la sirvienta de un conde, en un imperio donde el trato a los hijos ilegítimos era duro, vivió su vida como una sirvienta. La primera vez que su vida cambió drásticamente fue en la primavera, cuando cumplió doce años. Dos carros en llamas llegaron a la mansión donde servía. Los carruajes en llamas eran, como todos sabían, un símbolo de la Torre Mágica.

La familia del conde estaba muy nerviosa cuando el carro de la Torre Mágica apareció. Era un honor para la familia tener a alguien que supiera usar magia. Si el hijo mayor, el primero, el heredero, entraba a la Torre Mágica y tenía el espíritu del mago, la familia continuaría teniendo una vida próspera. En realidad, tampoco importaba si era el segundo o el tercer hijo. Sería un poco desafortunado si resultaba ser la hija menor, pero aun así, una mujer que sabía usar magia siempre tenía demanda en el mercado matrimonial. En cualquier caso no había nada que perder. Fue entonces que el conde reunió a los cuatro hermanos; el mayor, el segundo hijo, el tercer hijo y la hija menor, y se apresuraron a encontrarse con el mensajero de la Torre Mágica.

—El maestro ha venido para ver al aprendiz. 

Dijo calmadamente, el hombre parado en frente del carruaje. El hombre, con una capucha roja que le cubría el alrededor de los ojos, debe ser un discípulo de la Torre Mágica. El hombre continuó.

—Escuche que los discípulos fortalecen su poder mágico disminuyendo sus sentidos lo mejor posible. No abrazan, no se dan la mano, no comen comida deliciosa o escuchan buena música hasta que tienen algo de libertad para poder manejar  sus poderes mágicos. Ellos centran sus sentidos solamente en la magia.

El conde está desconcertado por la actitud del hombre. Los discípulos de la Torre Mágica no eran corteses con la aristocracia. Eran seres individuales, separados completamente de las clases sociales.Pero el conde todavía estaba ofendido porque en secreto había esperado que fueran amables con él. Sin embargo, no podía demostrarlo porque su contraparte respectiva se limitaba solamente a los miembros más altos de la realeza de la Torre Mágica. Ellos mostraban cortesía a la realeza, no porque sus oponentes sean la realeza, sino, porque la realeza nació con magia.

—¿Qué quieres decir con un aprendiz? Todos mis hijos están aquí. 

Dijo el conde con una mirada de confusión en su rostro desgastado por el tiempo.

El discípulo hizo silencio por un momento. Pero no pasó mucho tiempo antes de que respondiera.

—No debe haber aprendices aquí.

No podía ver los ojos del hombre por la profunda capucha, pero podía percibir por su voz que estaba frunciendo el ceño. El conde quedó desconcertado y preguntó:

—¿Dónde está el aprendiz si ninguno de mis hijos es el elegido? ¡No creo que puedas encontrar uno solo en ningún lado!

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