Bajo el Roble 2 - Capítulo 1

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Cap 1: Prólogo.

 

En el salón de banquetes resonaba la cháchara parecido a los loros de la nobleza de Wedon. Tan pronto como entró Riftan Calypse, el silencio descendió sobre la multitud. El señor de Anatol atravesó la tensión en la habitación, exudando un poder autoritario.

 

Curiosidad extrema, miedo y admiración se mezclaron en los rostros de las mujeres nobles mientras le lanzaban miradas a su frío exterior. Escondiendo sus sonrojos detrás de los abanicos, se susurraban al oído mientras los hombres contenían la respiración en partes iguales de terror y asombro.

 

La primera vez que puso un pie en Drachium, estos eran los mismos aristócratas que se habían opuesto a que la grosera bestia invadiera su territorio. Ahora, las tornas habían cambiado, y aquellos que alguna vez se habían burlado abiertamente de él se vieron obligados a callarse.

 

En solo unos pocos años Riftan Calypse forjó fuertes alianzas con los nobles del sur, emergiendo como una fuerza formidable dentro de Wedon. Ahora estaba expandiendo su influencia hacia el norte y el oeste. El fervor con el que persiguió la empresa había sorprendido incluso a los nobles orientales, sus mayores adversarios, alzando las manos en señal de derrota. Los señores más jóvenes rondaban a su alrededor cada vez que aparecía, esperando tener una oportunidad de hablar con el caballero legendario. Los nobles más conservadores se escabullían discretamente hacia las afueras.

 

El propio Riftan se mostraba indiferente ante sus reacciones. Camino hacia la entrada arqueada al final del pasillo, sin dedicar una sola mirada a la multitud chismosa ni a aquellos que esperaban persistentemente tener la oportunidad de endulzarle el oído.

 

Llegó a la puerta y se dirigió al asistente apostado afuera.

 

—Informe a su majestad que deseo solicitar una audiencia con él.

 

El asistente entró corriendo en la habitación. Se le concedió permiso para entrar poco después, y entró con su capa castaña ondeando detrás. En el interior el rey Ruben III estaba descansando en una silla de terciopelo.

 

—Llegas tarde.

 

Dijo el rey con una sonrisa torcida.

 

—¿Es esta tu manera de demostrar que estás por encima de ganarse el favor de la corona?

 

Riftan recorrió con la mirada los obsequios de felicitación amontonados junto al asiento del rey y sonrió sardónicamente.

 

—Creo que tus otros vasallos han rendido honor a la corona bastante bien sin mi, su majestad.

 

—Eso no significa que puedas descuidar tus deberes,

 

Refunfuño el rey Ruben con expresión amarga. Inclinó la barbilla hacia la silla frente a él y le indico a Riftan que se sentara. Tan pronto como Riftan accedió, un asistente le ofreció una copa llena.

 

El rey Ruben rápidamente vació su bebida y continuó como un niño descontento.

 

—Hoy es el último día de las celebraciones. Estaba empezando a pensar que no aparecerías.

 

—Pensé que sería mejor si no lo hiciera, su majestad.

 

El rey Ruben arqueo una ceja ante su apatía respuesta. Mirando su copa, Riftan añadió de manera inexpresiva.

 

—Deseaba evitar a cierta compañía tanto como fuera posible. No podemos permitir que la celebración de su primer nieto se vea empañada por un derramamiento de sangre.

 

El rey negó con la cabeza ante la amenaza en las palabras de Riftan.

 

—Dios mío, ¿todavía no estás contento  con haberle  arrancado los colmillos al duque?

 

Echando hacia atrás, el rey exhaló un largo suspiro.

 

—Creo que ya has aplastado suficiente el espíritu de ese hombre. Tu influencia ahora es suficiente para representar una amenaza. La influencia del duque por el contrario ya no es lo que solía ser. Es mayor, más autoritario y de mal carácter. Su salud también está fallando. Hace que el hombre parezca casi lamentable. Sin duda se negaria a admitirlo a punta de cuchillo, pero está aterrorizado de ti, aunque supongo que eso no es del todo sorprendente considerando como le has estado presionando. Me dijeron que recientemente le regalaste un cofre con cabezas cortadas.

 

—Todas pertenecían a los asesinos que envió para matarme.

 

Riftan respondió secamente.

 

—Simplemente le devolví un poco de su propia medicina.

 

—Lo que estás haciendo es aterrorizar al hombre hasta matarlo de miedo.

 

El rey volvió a sonreír torcidamente mientras se servía más vino.

—Podría haber sido más misericordioso haberte permitido ejecutarlo hace dos años.

 

Las chispas parecieron estallar en los ojos apagados de Riftan ante el comentario sarcástico del rey. Para Riftan, que guardaba rencor a la familia real por impedirle librar la guerra contra el duque, no era una broma que le cayera ligera.

 

Agarrando su copa para reprimir su ira, Riftan dijo amenazadoramente.

 

—No sabía que lo tenía en tan alta estima, su majestad. ¿No ha pasado la última década recurriendo a todo tipo de planes para poner al duque en su lugar? ¿O utilizar a mi esposa, a pesar de sus graves heridas, como arma para herir su orgullo? ¿Por qué debería su majestad mostrar un poco de simpatía por el ahora?

 

El rey Ruben golpeó la mesa con su copa y la sonrisa desapareció de su rostro.

 

—Tienes la intención de guardarme rencor por eso durante mucho tiempo, ¿no? ¿Quieres que me arrodille ante ti y te suplique perdón?

 

—Su majestad, solo pido una cosa.

 

Dijo Riftan con los dientes apretados.

 

—Que no intervenga en mi conflicto con el duque. No creo que pueda quedarme al margen mientras si la corona vuelve a actuar como mediadora.

 

—¿Es eso una amenaza?

 

—Te lo estoy implorando.

 

Los ojos del rey Ruben ardieron de furia por un momento antes de soltar un suspiro abrupto.

 

—No necesitas gruñir tan amenazadoramente. No tengo ninguna intención de interponerme entre usted y el duque nunca más. También me gustaría ahorrarme la molestia. Siempre y cuando no me fuerces con amenazas de guerra o un juicio, haré la vista gorda ante tu feudo.

 

Habiendo dicho eso, bebió su vino y estudió el rostro pétreo de Riftan.

 

—Sin embargo, sería un asunto completamente diferente si su animosidad hacia el duque le hiciera eludir sus deberes para con la corona. Ahora eres el señor preeminente del sur. Cualquier falta de lealtad hacia la familia real por su  parte afectará a los otros nobles, sin mencionar a los caballeros que veneran la reencarnación de Wigru.

 

Riftan permaneció en silencio.

 

—De ahora en adelante,

 

Continuó el rey Ruben,

 

—muchos darán todo tipo de significado a tus palabras y acciones. Tu llegada reticente y retrasada a la celebración del nacimiento de mi nieto es motivo de preocupación.

 

—Su majestad… nunca antes le había hecho esperar.

 

Respondió Riftan con una sonrisa sardónica.

 

—Me atrevo a decir que está siendo demasiado duro. No deseo ir jamas en contra de la corona. Si eso es lo que te preocupa, te lo haré saber ahora. No importa mi influencia, siempre seré tu vasallo, nombrado caballero por tu propia mano. Nada cambiará eso.

 

Los ojos dorados del rey se clavaron en el rostro de Riftan como si buscaran sus verdaderas intenciones. Después de un momento de tenso silencio, volvió a su postura lánguida y soltó una risa seca.

 

—Entonces haz que todo el reino sea consciente de ello. Ve y muestra a todos que estás encantado con el nacimiento de mi nieto.

 

Riftan dejo que el silencio volviera a crearse antes de ofrecer una respuesta.

 

—Haré mi mayor esfuerzo.

 

Intranquilo por su respuesta poco sincera, el rey Ruben levantó una ceja antes de chasquear la lengua y despedirlo.

 

—Muy bien. Puedes irte.

 

Riftan hizo una reverencia y se dirigió al salón de banquetes, donde la bulliciosa actividad se apagó instantáneamente. Haciendo caso omiso de las miradas furtivas, se apresuró a cruzar las puertas arqueadas del otro extremo hacia un pasillo circular cubierto con una alfombra de intrincados dibujos. Los nobles ataviados con sedas y pieles conversaban amontonados. La princesa Agnes parecía estar liderando las discusiones en medio del grupo, pero se detuvo en cuanto vio a Riftan.

 

—Sir Riftan. Has venido.

 

Dijo, con el rostro iluminado.

 

—Cuánto tiempo ha pasado, su Alteza.

 

La princesa Agnes se disculpó y se acercó con gracia. Riftan contempló la visión desconocida de la princesa con un vestido suelto antes de volverse hacia la persona que la acompañaba. El joven tenía los mismos rasgos hermosos que la princesa, excepto por los ojos dorados. Estaba mirando a Riftan con gran interés. Las presentaciones no fueron necesarias Riftan se inclinó con respeto.

 

—Y aún mucho más largo con respecto a usted, Principe Elias.

 

—De hecho Sir Riftan,

 

Respondió el príncipe, extendiendo una mano en señal de bienvenida.

 

—Yo era solo un niño cuando nos vimos por última vez. Gracias por venir hasta aquí.

 

—Por favor perdóname por no venir aquí antes. Traigo cuatro caballos de guerra de Lakazim como regalo. Espero que sean de tu agrado.

 

—¿De Lakazim dices?

 

Dijo el príncipe Elias, con una brillante sonrisa iluminando sus rasgos.

 

Riftan miró el rostro juvenil del príncipe heredero con una expresión peculiar. Elias Reuben, esbelto y de piel pálida, parecía demasiado joven e ingenuo para ser padre.

 

—¿Puedo preguntar de qué raza son?

 

Preguntó el príncipe Elias emocionado.

 

—¿Qué tal son sus pelajes? No dudo de su pedigrí si fueron seleccionados por usted mismo, Sir Riftan.

 

La princesa Agnes sacudió la cabeza con exasperación

 

—Pareces más complacido con los caballos que con tu primogénito.

 

—Abel es adorable, por supuesto.

 

Dijo efusivamente el príncipe, como si estuviera alardeando de un cachorro que le habían regalado. Luego añadió con una sonrisa:

 

—Pero es demasiado pequeño para que yo pueda montarlo.

 

—No puedo creerlo.

 

La princesa le lanzó una mirada asesina a su hermano menor antes de volverse hacia Riftan.

 

—Gracias por venir. El niño está en esa habitación. ¿Te gustaría verlo?

 

Riftan asintió con la cabeza. Aunque estaba claro que el príncipe se moría por ver los caballos, mostró el camino hacia el bebe ante la insistencia de su hermana.

 

Gruesas cortinas cubrían la entrada a la habitación al final del pasillo. El príncipe los llevó a un lado y pasó. La nueva madre, Rosetta, estaba recostada en un sofá con sus sirvientas presentes. Ella los miró cuando entraron, con ojos apáticos. Vestida elegantemente con un vestido color rosa y su cabello rubio plateado recogido en un moño, la princesa heredera parecía nada menos que majestuosa.

 

—Rosetta, Sir Riftan ha venido a felicitarnos por el nacimiento de nuestro hijo.

 

Anunció con entusiasmo el príncipe mientras se acercaba a su esposa.

 

La mirada de Rosetta se posó en Riftan, con una pregunta detrás de sus ojos turquesas. Su rostro se endureció. Abrió la boca como para decir algo antes de aparentemente cambiar de opinión y mirar a su marido una vez más.

 

—Por favor, baja la voz. El bebe acaba de quedarse dormido.

 

Rosetta aceptó al bebe de manos de una de sus damas de honor. El príncipe se encogió de hombros, claramente no afectado por el tono gélido de su esposa.

 

Se volvió hacia Riftan con una sonrisa traviesa.

 

—Abel es un pequeño demonio cuando está despierto, ya ves. Deberías oír la resistencia de sus pulmones. Estoy seguro que cuando crezca será un tirano.

 

El príncipe se inclinó hacia su hijo. En contraste con su tono frívolo, los ojos del príncipe mientras miraban al niño dormido estaban llenos de afecto.

 

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Agnes. En los años que estuvieron separados, su hermano menor se había convertido en un hombre astuto comparable a su padre. Como él había empezado a disfrazar sus verdaderas intenciones a través de una máscara cómica, a ella le preocupaba que pudiera tratar a su hijo de la misma manera. Se sintió aliviada al ver que ese no era el caso.

 

Parece que también se encariño mucho con Rosetta.

 

Contrariamente a los rumores de que el príncipe heredero no se llevaba bien con su esposa, la pareja parecía tener una relación amistosa. Agnes sonrió mientras los miraba. Se veían tan hermosos como las parejas que uno encontraría en los cuadros.

 

Al darse la vuelta, vio a Riftan parado junto a la puerta, con una expresión oscura. Estaba a punto de invitarlo a observar más de cerca a su sobrino cuando se le cortó la respiración. Aunque mantuvo la distancia, la agonía en su rostro era dura, como si tuviera una daga clavada en su corazón.

 

Sorprendida por su dolor palpable, Agnes le tocó el brazo.

 

—¿Riftan, estas bien?

 

El se estremeció y apartó su mano, inmediatamente atrayendo todas las miradas de la habitación hacia ellos.

 

Agnes dirigió una sonrisa tranquilizadora hacia los espectadores y se dirigió a Riftan con voz suave.

 

—Parece cansado, señor Riftan. Debe estar cansado por su largo viaje. Por favor, descanse un poco durante el día.

 

Riftan bajo la mirada, ocultando sus emociones y asintió lentamente.

 

—Es tarde. Disculpen, altezas.

 

Como si sintiera el extraño cambio en el aire, el príncipe heredero no dijo una palabra. Le concedió permiso a Riftan asintiendo. Riftan hizo una reverencia superficial a la realeza antes de darse la vuelta y salir de la habitación.

 

Agnes lo persiguió.

 

—¿Estás realmente bien?

 

—¿Por qué no debería estarlo, su alteza?

 

Respondió rotundamente, manteniendo la mirada fija hacia adelante.

 

La princesa frunció los labios ante su comportamiento frígido. Caminaron en silencio hasta llegar a un pasillo apartado, donde Agnes intentó volver a conversar.

 

—Parece que la torre de los magos se ha estado comunicando con la iglesia recientemente. Es imposible saber de qué están hablando, pero sospecho que están intercambiando información sobre el reciente resurgimiento de monstruos.

 

Riftan se quedó helado.

 

Agnes estudió su rostro pétreo antes de agregar con cautela:

 

—Una vez que la torre de los magos abra la correspondencia con la iglesia, las regulaciones dentro de la torre también se aliviaran. Cuando eso suceda, los aprendices también deberían poder comunicarse libremente con el mundo exterior. Si lo desea podría llevarle una carta a Maximil-

 

—No te metas en mis asuntos.

 

Gruñó Riftan, girándose para enfrentarla.

 

Agnes instintivamente dio un paso atrás. Dejándola de piedra con una mirada helada, Riftan escupió las palabras una por una con los dientes apretados.

 

—Su intromisión no es bienvenida. No toleraré ninguna interferencia en mi matrimonio nuevamente.

 

Al oír que se le quebrara la voz al final, Agnes apretó la mandíbula. Riftan giró sobre sus talones y caminó por el pasillo, dejándola suspirando por su obstinación.

 

Después de que Maximilian Calypse se fue a la Torre de los Magos, Riftan había dedicado toda su atención a consolidar su poder, haciendo todo lo posible para ganarse a los nobles del sur. No rehuir al empleo de astutas maniobras políticas, amenazas o imponer presiones económicas a sus adversarios, le había permitido atraer a nobles occidentales a su bando. La aterradora determinación con la que logró todo esto había causado un gran revuelo dentro de los muros de Drachium.

 

Agnes se mordió el labio, sabía que enviar a Maximilian a la Torre de los Magos para evitar el juicio inevitablemente le haría ganarse su rencor. Lo que no había previsto era cuánto tiempo persistiría su resentimiento hacia ella.

 

La princesa miró la figura de Riftan que se alejaba por última vez antes de darse la vuelta con indiferencia.

 

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