Bajo el Roble 2 - Capítulo 2
Capítulo 2
Despertada por un fuerte golpe en la puerta, Maxi, aturdida, levantó la cabeza. Se había quedado despierta toda la noche estudiando libros de magia hasta que sus ojos se inyectaron en sangre y el cansancio ahora pesaba sobre ella. Sin querer levantarse, se quedó acurrucada bajo la manta un rato más antes de correr las gruesas cortinas.
El brillo del mediodía era cegador. Gimiendo, Maxi se frotó los ojos palpitantes. Los golpes en la puerta se volvieron impacientes y ella se incorporó lentamente.
—¡Un mo-momento, por favor!
Ella tartamudeó.
A pesar de su petición, los golpes no cesaron. Maxi sacó sus pantuflas de debajo de la cama y se las puso. Cuando abrió la puerta de golpe, se encontró cara a cara con una Miriam irritada.
—¿No te he advertido que desollaría a esta miserable criatura si alguna vez volvía a entrar en mi taller?
Miriam gruño, colgando a un gato negro entre ellas. Despertandose sobresaltada, Maxi dejó escapar un grito.
—¡Roy!
Miriam sujetó al gato por el pescuezo y tiró de él hacia arriba fuera del alcance de Maxi. Roy dejó escapar un aullido agudo, pero la bruja malvada ni se inmutó.
—¡Buen intento, pero esta vez voy a cocinar esta bola de pelos en un guiso!
—¡De-devuelvemelo!
Imploro Maxi, saltando de arriba y abajo.
—¡Lo-lo estas lastimando!
—¿Y qué pasa con los problemas que me ha causado? ¿Sabías que hizo un completo desastre en mi taller?
Miriam, de puntillas, empujó la cabeza de Maxi hacia abajo con la mano libre. El rostro de Maxi se sonrojo de vergüenza. Con su larga estatura y sus largas extremidades, era algo que Miriam hacía a menudo.
Maxi apartó la mano de la mujer y la miró furiosa.
—¡E-es porque tu pequeño insecto que es un hada sigue provocando a Roy! Siempre-
—¿Entonces? ¿Estas diciendo que es perfectamente aceptable que tu bola de pelos destruya mi taller?
El veneno en los ojos de Miriam le quitó todo el ímpetu de lucha de Maxi.
—¿No me merezco una disculpa?
Miriam continuó ácidamente con una mirada de desdén.
—¿O nuestra noble dama no está familiarizada con esta costumbre? O, ¿podría ser que crees que tu mascota es más importante que mi taller?
La dura reprimenda hizo que Maxi se sonrojara nuevamente.
—Yo… me disculpo por los problemas que mi gato ha causado. Me asegurare de que no vuelva a salir de mi habitación. Así que, por favor… olvídalo solo por esta vez.
Los labios de Miriam se torcieron como si fuera a lanzar otra diatriba. En lugar de eso, chasqueó la lengua y arrojó al gato hacia los brazos de Maxi.
—Esta realmente es la última vez. Si alguna vez vuelvo a ver a esa horrible criatura acechando en mi habitación, le quitaré la piel y haré con ella zapatillas.
Miriam sopló su desordenado flequillo hacia un lado y se dio la vuelta.
—¡Será mejor que limpies mi taller!
Ladro mientras se alejaba.
Después de verla irse, Maxi suspiro y miro a Roy. El gato ronroneaba con la cabeza enterrada bajo su brazo. Maxi acaricio su suave pelaje con dulzura y se dejó caer en su cama.
Roy, sin saberlo, inconscientemente viajó hacia la Torre de los Magos en su equipaje. Si bien se sintió nerviosa al descubrirlo después de haber abordado el barco, se sintió bien tener un amigo con ella en un lugar desconocido.
Sin embargo, eso fue antes de que se diera cuenta de lo problemático que podría ser el pequeño sinvergüenza.
—Te dije… que te mantuvieras alejado de la habitación de esa mujer. La bruja malvada te comerá, ¿sabes?
El gato bajó las orejas y dejó escapar un ronroneo lastimero. Maxi frunció el ceño y noto su cola chamuscada. Después de bajarlo al suelo, retiró la cortina y descubrió un pestillo medio doblado en el alféizar de la ventana.
Ella apretó los dientes. Su corazonada había sido correcta. No había duda de que el hada de Miriam se había colado en su habitación para sacar del cuarto a Roy.
Aunque tenía muchas ganas de buscar a Miriam y decirle que tenía que controlar a su familiar correctamente, pero sabía que solo quedaría en ridículo si se enfrentaba a la mujer sin pruebas irrefutables.
Al final, Maxi suspiro resignada. Uso un tenedor para hacer un pestillo improvisado para la ventana y se preparó para el día.
Tenía que darse prisa si quería limpiar el taller de Miriam antes de que comenzaran las clases. Echó agua en una palangana, se lavó apresuradamente la cara, se vistió y se recogió el pelo enredado en una cola de caballo. Estaba a punto de salir de la habitación con una escoba y un trapo en la mano cuando vio su reflejo en el espejo.
Era la imagen de una sirvienta novata: Un vestido raído y ojos hundidos en un rostro pálido y demacrado. ¿Qué diría Riftan si la viera en este estado? Después de evaluar sombríamente su apariencia, Maxi se pasó los dedos por el cuello en un gesto inconsciente, rozando la moneda de cobre que había convertido en un collar antes de dejar Anatol.
Su corazón se retorció dolorosamente. En algún momento después de llegar a la Torre, comenzó a experimentar una punzada aguda en el pecho cada vez que pensaba en Riftan. Acarició la moneda chamuscada por un momento antes de morderse el labio y sacarlo de su mente. De lo contrario, no habría esperanzas de atravesar el día.
Maxi se armó de valor y salió de su habitación. Ella había elegido venir aquí a pesar de saber cuánto le dolería. No había tiempo para estar deprimida. Si eso la ayudaba a regresar a Anatol aunque fuera un minuto antes, tenía que hacer lo mejor que podía cada día.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
La Torre de los Magos estaba compuesta por cinco estructuras. En el corazón de la isla se alzaba la torre en forma de cono, Urd. La torre de fuego, Kabala, se encontraba al oeste, la torre de agua, Undaim, al sur, la torre de viento, Sigrew, al este y al norte, la torre de tierra, Nome Hall.
Como regla general, los magos que aún no se habían especializado en un elemento en particular eran libres de estudiar en cualquiera de los cinco. Sin embargo, esta regla existía más o menos como una formalidad, ya que la mayoría de los magos deciden en qué torre estudiar mientras aún eran aprendices. Como tal, la Torre de los Magos no fomentaba un entorno donde los novatos pudieran aprender libremente una variedad de magias elementales.
Maxi suspiro al recordar su reciente lección en Kabala. Existía una feroz competencia entre los magos de cada torre, y esto era especialmente cierto entre los afiliados a Kabala y Nome Hall. Parecían no poder soportarse el uno al otro.
Maxi se sentía como si caminara sobre cáscaras de huevo cada vez que asistía a clases allí.
“Y ni siquiera me he decidido todavía a estudiar en Nome Hall”
Por alguna razón, la gente ya la consideraba una maga de tierra. Miró con desaliento hacia Nome Hall, que se elevaba sobre el denso bosque de olivos.
La torre de tierra parecía una enorme fortaleza. La estructura oscura se extendía horizontalmente como si estuviera presionada por una fuerza invisible. Justo a las puertas arqueadas de hierro se instaló una polea con una jaula gigante de unos seis kevetts de altura para elevar a las personas a los pisos superiores.Chimeneas de hierro salpicaba las paredes como pelusa y de cada una salían columnas de humo.
El exterior de la torre negra contenía muchos más dispositivos extraños: una complicada red de tubos de hierro fundido, maquinaria de relojería que chirriaba desagradablemente, poleas de transporte de varios tamaños y un enorme molino de viento en la cima que giraba.
Maxi estaba contemplando con inquietud la desordenada y aparentemente aleatoria fortaleza cuando Roy se retorció entre sus brazos.
—No-no, no te perderé de vista hoy.
Acercando al gato a su cuerpo, Maxi aceleró el paso. Mientras serpenteaba entre los robustos árboles y llegaba a la entrada de la torre, el ruido de los martillos asaltó sus oídos. Roy aulló, asustado por los fuertes ruidos, y comenzó a luchar más violentamente. Maxi se movió lo más rápido que pudo mientras intentaba calmar al gato asustado. Aunque había querido dejar a Roy en su habitación, sabía que Miriam no sería paciente con él si se escapaba y causaba problemas nuevamente.
—No hay nada que pueda hacer hasta que pueda instalar un dispositivo en la ventana para mantener afuera a esa hada.
Le susurro Maxi a su gato, casi suplicándole.
—Te daré un regalo más tarde, así que ten paciencia hasta entonces, ¿de acuerdo?
Estaba a punto de entrar a la sección principal del taller comunal cuando escucho una voz animada detrás de ella.
—¿Qué estás murmurando para ti misma?
Maxi se estremeció y se dio la vuelta. Dos muñecos idénticos, de caras redondas y rubicundas, la miraron, cada uno con un gran saco al hombro. Ambos medían menos de cinco kevetts de altura. Maxi rápidamente escondió a Roy dentro de su capa y esbozo una sonrisa incómoda.
—Ho-hola, Alec… Dean…
—¿Estabas practicando tu discurso para la competencia en Urd?
Los hermanos gemelos de la tribu Umri ladearon la cabeza al unísono. Maxi dio un paso atrás subrepticiamente y soltó una risa incómoda.
—Yo, umm…
Estaba tratando de pensar en una excusa creíble cuando Roy se quitó la capa y corrió hacia la entrada del taller. Maxi lo llamó, pero el gato no le hizo caso. Cruzó corriendo el pasillo y salió por la puerta. En ese momento, Anette Godric, que entraba a la torre detrás de sus hermanos, agarró a la criatura que huía por el pescuezo.
—¡Roy!
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