Capítulo 4

Maxi se puso rígida ante la inesperada pregunta. Estaba dudando sobre qué decir cuando Dean intervino.

—¿El señor de Anatol? ¿El Cazador de Dragones? ¿Qué pasa con él?

—Escuche que tiene una espada de diamante y monedas de oricalco acumuladas en su poder.

Dijo Alec, con las fosas nasales dilatadas por la emoción.

—¿Puedes creerlo? Dicen que su sótano está lleno de minerales divinos. Sabes que mi sueño de toda la vida es poder fabricar con oricalco. Si me convirtiera en el mago del Cazador de Dragones, podría convertirlo en realidad.

—Qué tontería. ¿Olvidaste que el desertor está a su servicio?

La voz grave de Anette hizo que Maxi se estremeciera. Después de inspeccionar en silencio el modelo del guiverno de acero batiendo sus alas, dirigió una mirada severa a Maxi y los gemelos.

—Guarda esos pensamientos para ti si no quieres molestar a los magos superiores. Todavía irrita mucho a los Serbel cada vez que surge el tema.

Alec se puso sombrío ante la mención del clan de magos que dominaba los niveles superiores de Urd. Maxi tragó saliva subrepticiamente. Al final resultó que, la notoriedad de Ruth Serbel dentro de la Torre de los Magos era mucho peor de lo que jamás había imaginado. Los magos superiores de Urd la abordaban cada vez que podían con cosas poco agradables sobre su amiga e incluso se sabía que el extremadamente solemne clan Serbel lanzaba uno o dos insultos condenatorios cada vez que aparecía su nombre.

Afortunadamente, ninguno de los nuevos sabían de donde era. Si supieran que el mismo traidor le había enseñado, estaba segura de que nunca la dejarían en paz. La deserción de Ruth fue la razón por la que la Torre de los Magos había endurecido sus reglas y la mayoría de los novicios le odiaban por ello.

Maxi rápidamente cambió de tema.

—¡Cre-creo que deberíamos dejar de charlar aquí! Tenemos mucho que hacer… para prepararnos para las clases de la tarde.

—Aún no he terminado de revisar tus borradores. ¡La reputación de Nome Hall está en juego!

—¡Tiene razón! Sin mencionar que estás compitiendo contra Miriam de Kabala. ¡Esa chica es un demonio quisquilloso! Serás completamente humillada si envías algo descuidado.

Maxi les lanzó una mirada llena de crítica a los hermanos.

—¿No deberían estar trabajando en sus propias tareas… en lugar de preocuparse por las mías? Ambos reprobarán sus exámenes finales si no entregan sus traducciones de textos antiguos a tiempo.

Los hermanos Godric parecían que hubiesen visto un fantasma. Arrebatándoles los borradores a Alec, Maxi los enrollo y los metió en su bolso.

—En cuanto a estos.

Continuo.

—El maestro Landon aceptó revisarlos por mí, así que no tienen de qué preocuparse.

Anette, que había vuelto a mirar su creación con expresión complacida, levantó la cabeza.

—¿El maestro Landon?

El maestro Landn de la tribu Umri era el mago principal de Nome Hall, famoso por su personalidad fastidiosa y gruñona. Todo el mundo sabía que veía a los novatos simplemente como cosas molestas.

Anette levantó una ceja.

—¿Qué le pasa a ese viejo testarudo?

—Parecía estar… bastante interesado en la competencia.

Dijo Maxi, manteniendo su tono deliberadamente indiferente.

A pesar de sus esfuerzos por liberarse de la presión, todavía la podía sentir pesar en su espalda. No solo representa a los novicios de Nome Hall, sino que los resultados de esta competencia decidirán si recibiría o no su runa elemental el próximo año.

Los novatos debían terminar un curso de estudios de cuatro años antes de recibir una runa. Sin embargo, si mostraban una habilidad excepcional, un novato podría recibir uno en solo tres años. Maxi pasó sus días y sus noches estudiando los cursos teóricos necesarios para convertirse en una gran maga y sus calificaciones ejemplares fueron evidencia de todo su arduo trabajo. Si recibía una buena calificación en la próxima competencia, podría dejar Nornui la próxima primavera. “Entonces podré irme a casa” 

Su corazón latía con fuerza. Olas de tristeza y anhelo la inundan cada vez que piensa en Anatol. Luchando para no dejarse llevar por sus emociones, sacó la silla del escritorio y se sentó. Lo más importante en este momento era la competición.

—Necesito prepararme para la clase, así que les invito a que regresen a sus tareas también.

—Solo…

Dijo Anette, mirando las ojeras de Maxi.

—No te fuerces demasiado.

Anette le dio unas palmaditas en el hombro a Maxi antes de regresar a su mesa. Los hermanos Godric siguieron a su hermana. Maxi deslizó su mano debajo del escritorio para acariciar la barbilla de Roy y luego abrió su libro de texto.

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

Gracias a la generosa oferta de Anette de crear un dispositivo para atrapar al familiar hada de Miriam, Maxi pudo dejar a Roy en su habitación al día siguiente. Le dio unas palmaditas de despedida mientras él descansaba en el alféizar de la ventana antes de irse. Mientras bajaba las escaleras, estaba sacando las notas para su clase de debate cuando una voz alegre trino detrás de ella.

—¡Max!

Al darse la vuelta, Maxi vio a una chica de exuberante cabello castaño saltando hacia ella, con su larga trenza rebotando detrás. Le devolvió la sonrisa cálidamente.

—Buenos días, Sidina.

—Buenos días. ¿Lista para el debate de hoy?

—Creo que sí.

La chica lanzó un quejido.

—¡No es justo! ¡Prometiste, no prepararte con anticipación!

—No recuerdo haber hecho nada por el estilo.

Dijo Maxi, remilgadamente y luego volvió a centrar su atención en sus notas.

Sidina empezó a aullar como un lobo, intentando romper la concentración de Maxi. Maxi le miró de reojo dirigiéndole una mirada de desaprobación. Dotada de una elocuencia natural, Sidina solicita ser la mejor de la clase con poco o ningún estudio.

Maxi, en cambio, tuvo que prepararse con al menos tres días de antelación si quería evitar la humillación pública. Aunque dos años y medio de esfuerzo habían corregido en gran medida su impedimento del habla, su lengua todavía se congelaba cuando estaba aturdida o nerviosa. Haciendo caso omiso del escándalo que estaba haciendo su compañera de clase, Maxi se sumergió en los preparativos del debate murmurando las pronunciaciones más difíciles en voz baja.

Después de pasar a chillar una canción tradicional de Osirya, Sidina grito:

—Oh, eres una verdadera erudita, ¿no?

—Estoy… haciendo lo que debo para no atrasarme con el estudio.

—¡Estás haciendo más que mantener el ritmo! Ten piedad del resto de nosotros, Maximillian. Tengo que hablar justo después de ti, ¿sabes? Mi argumento, que ya es mediocre, va a quedar más deslucido después del tuyo. ¿No sientes pena por mí?

Max resopló.

—Estás exagerando. Todo el mundo sabe que tienes un pico de oro.

—¡No soy bueno improvisando! La maestra Lorraine ya me reprendió el otro día por eso.

—Entonces deberías haberte preparado.

Sidina frunció los labios. Maxi hizo caso omiso de los lloriqueos de la chica mientras hojeaba sus notas. Antes de que ella se diera cuenta, estaba caminando hacia el amplio jardín que conduce a Urd.

Justo afuera de la sala de conferencias, Maxi recordó que tenía que devolver los libros que había tomado prestados de la biblioteca. Cambiando de rumbo, le pido a Sidina que le reservara un asiento. La chica refunfuñó, pero asintió de mala gana.

Maxi comenzó a subir las escaleras adyacentes a una enorme entrada arqueada, subiendo los escalones de dos en dos. Era un comportamiento poco femenino, pero esta isla era el único lugar donde no tenía que guardar las apariencias. Camino por un largo pasillo bañado por la brillante luz del sol de principios de otoño y llegó a la puerta de la biblioteca de casi siete kevets. Una cantidad incalculable de libros llenó su visión en cuanto entró.

Recorrió las ordenadas filas de estantes llenos y se detuvo frente al antiguo escritorio de la bibliotecaria. Una anciana menuda, de nariz aguileña, parpadeo hacia ella.

—¿Puedo ayudarla en algo?

—Estoy aquí para devolver algunos libros.

Dijo Maxi en voz baja, sacándolos de su bolso.

La bibliotecaria frunció el ceño mientras los inspeccionaba.

—Deberías haberlos devuelto hace mucho tiempo.

—S-si, me olvidé ayer…

La bibliotecaria pareció no escucharla. Registro la entrega y dijo con voz monótona:

—Por la presente se le despoja de sus privilegios de préstamo por dos semanas. Cualquier lectura requerida se puede realizar en las instalaciones.

—Pe-pero… necesito numerosos materiales de referencia para la próxima competencia. Si pasas por alto mi tardanza solo por esta vez, me aseguraré de regresar–

—Las reglas son reglas.

La brusca interjección de la bibliotecaria pareció concluir el asunto y volvió a hundir la nariz en el libro que había estado leyendo.

Maxi consideró implorarle más, pero se giró dócilmente al recordar lo intransigente que podía ser la anciana. En ese momento, una voz retumbante resonó detrás de ella.

—Maximillian.

Sorprendida, Maxi se dio vuelta para mirar en dirección a la persona.

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